jueves, 12 de noviembre de 2009

Tropezar y volverse a levantar...

Un momento importante en la historia moderna es sin duda la caída del muro de Berlín, ya que no sólo se derrumbó aquella frontera que dividía Alemania, sino todas las ideologías intelectuales que dieron pauta durante muchas décadas a la represión de la libertad con un objetivo económico e “igualdad”. Lo que derribó este gran muro fue la búsqueda de la libertad pero con ella la ineficiencia de la economía.

Éste evento, aunque no fue el fin de la historia, sí tuvo muy importantes repercusiones en el mundo entero: transformó a Europa Central y del Este, aceleró la economía de mercado de China, consolidó el proyecto de la Unión Europea e impulsó iniciativas regionales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), así como la terminación de la Ronda de Uruguay y la institución de la Organización Mundial de Comercio.

Viéndolo desde el punto de vista nacional, México tuvo que reconocer que necesitaría un cambio radical para su economía. He ahí donde tenemos el efecto del TLCAN, un producto nada más y nada menos formulado por Carlos Salinas, George Bush y Brian Mulroney, la caída del muro sólo sirvió para simplificar lo que sabíamos que pasaría.

Ahora es irónico pensar que a 20 años de la caída del muro que fue la causa de nuestro desarrollo vivimos una profunda crisis económica-financiera. Hoy la crisis va a tener consecuencias más profundas e importantes que la caída del muro, que mejor dicho esto fue tan solo un síntoma del avance de la globalización, mientras que los problemas económicos actuales son causa y van a implicar una realineación y restructuración de las relaciones económicas.
El resultado de la crisis será un sistema financiero más pequeño, regulado y por supuesto menos innovador. El consumidor número uno llamado Estados Unidos pasará a segundo término dándole paso al monstruo económico asiático.

El éxito de las economías asiáticas en los últimos 20 años fue resultado de su expansión exportadora, de la disponibilidad de mercados en Estados Unidos, Europa y de su bono demográfico. Su crecimiento futuro dependerá ahora de la expansión de sus mercados internos.
De manera similar a lo que aconteció hace 20 años, es necesario cuestionarse qué hacer. Todo está puesto para que México compita de mejor manera con China en el mercado de Estados Unidos, y para que colabore eficazmente con éste para hacer de América del Norte una región exportadora.

La depreciación del dólar con respecto a la mayoría de las monedas hace a la región más competitiva. La depreciación del peso con respecto al dólar estadounidense potencia la competitividad de México contra el resto del mundo, entre otras razones, dan posibilidad para que México pueda convertirse en el mejor antídoto para diversificar la exposición al alto riesgo chino en que han incurrido muchas empresas de carácter multinacional.

Aunque el aprovechamiento de esta oportunidad no se dará de manera automática, sino que debe de buscarse la manera de llevarla acabo. Lo primero que se tiene que hacer es convencerse del potencial tan grande que tienen las exportaciones mexicanas; lo segundo es desarrollar propuestas y profundizar en el TLCAN.

La reunión de APEC de este fin de semana en Singapur es un buen momento para empezar. Los países del TLCAN deberían proponer. en ese contexto, un calendario firme para cumplir con los objetivos que se propusieron y eliminar todos los aranceles de nación más favorecida en 2015, para todos los países de APEC. Las condiciones han cambiado y ahora es América del Norte la interesada en acceso a mercados en la cuenca del Pacífico y ya no China.
Ojalá México lo propusiera: marcaría el inicio del cambio.

1 comentario:

  1. Me sorprende el cambio de tono, parece que no lo escribió usted. Suena bien y estoy de acuerdo.

    Creo que le dije que usted tiene sensibilidad y compromiso social. La felicito por eso. Me gustó ser su profesora.

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